La Navidad: Paganismo en el Hogar
De nuevo nos ha llagado el revoltillo navideño. De nuevo es obligado hacer algunas consideraciones sobre la Navidad, consideraciones que están presididas por los siguientes postulados:
1) La Navidad es un sucedáneo de festividades paganas que no tiene crédito bíblico en absoluto
2) Dios jamás aprueba o bendice aquello que esta fuera de su Palabra.
Una mirada a la historia nos demuestra que el emerger de la Navidad y sus tradiciones anejas nada tiene que ver con la Escritura y si, por el contrario, con aquellos que han puesto su propia imaginación y fantasía por delante de la Palabra de Dios.
El 25 de diciembre como conmemoración del nacimiento de Jesús se celebró por primera vez en Roma. Un calendario para uso de los cristianos, del año 354, incluye una martirología en la cual el 25 de Diciembre aparece con esta reseña: ''Cristo Jesús nació en Belén de Judá''. En esta misma cronología puede apreciarse que la Navidad ya se celebra en Roma en el año 336.
En la parte oriental del Imperio se celebraba el día 6 de enero juntamente el nacimiento y el bautismo para significar la Epifanía (epiphaneia = manifestación) de Dios a los hombres. En Jerusalén, no obstante, solo se conmemoraba el nacimieno. Los herejes gnósticos de Egipto celebraban en el día 6 de enero (algunos decían que el 10) el bautismo del Señor, según nos dice Clemente de Aljandría (año 200) y no hay referencia hasta dos siglos más tarde de que los cristianos hicieran la misma celebración en contraposición a la secta gnóstica. Será en el transcurso del siglo IV cuando también en la Iglesia de Oriente el nacimiento de Cristo se celebre el 25 de Diciembre, mientas que el 5 de enero conservó su conexión con el bautismo. En Occidente la Epifanía (6 de enero) emparejó con la Navidad, celebrándose en esa fecha la visita de los Magos, con lo que el bautismo quedó prácticamente relegado.
Hasta aquí hemos visto sucintamente el nacimiento de la festividad que nos ocupa, pero lo realmente importante es comprobar que, tanto la Navidad como la Epifanía, son transformaciones de festividades paganas que se celebraban durante el solsticio de invierno en honor del sol y diversos dioses.
Quizás, la transformación más expresiva corresponda a la recepción de la fecha en que se celebraba la festividad del Sol Invencible (25 de Diciembre) para celebrar en ella el nacimiento de Cristo. El emperado Aurelio, en el año 274, eligió el 25 de Diciembre para conmemorar el nacimiento del sol invencible (natalis solis invicti), el cual en el solsticio de invierno por esa fecha comienza a presentar otra vez un incremento de luz. Posteriormente, sobre el año 336, la iglesia de Roma eligió esa fecha para conmemorar el nacimiento de Jesús.
No sólo la festividad en sí, también las tradicionales costumbres conectadas con la Navidad son reflejo de otras tantas costumbres paganas. Por ejemplo:
Del 17 al 24 de Diciembre el mundo romano celebraba su fiesta mayor: la ''Saturnalia'', en honor, como indica su nombre, de Saturno. Los negocios paraban, a los esclavos se les daba cierta libertad, las normas morales se relajaban extraordinariamente, había intercambio de regalos (especialmente velas de cera y muñecos de arcilla) y la felicitación propia de la festividad corría de boca en boca: ¡io saturnalia!.
Cuando las tribus teutónicas penetraron en la Galia, Bretaña y Centroeuropa, las costumbres germano-celtas vinieron a incrementar el ya saturado panorama. El acebo principalmente y otras plantas usadas con propósitos decorativos en la Navidad nos trasladan a la Saturnalia o a la costumbre teutónica de llenar el interior de las casas con hojas verdes durante el invierno para que en ellas encontraran refugio los dioses del campo y así librarse de las inclemencias del tiempo.
El famoso abeto lleno de luces, posiblemente se identificará con la Navidad por vez primera en el siglo VIII, cuando San Bonifacio completó la ''cristificación'' de Germania dedicando el abeto al Santo Niño para reemplazar así al roble sagrado de Odín.
Otro engendro conectado con la Navidad es San Nicolás (siglo IV ó V?), cuya existencia real no tiene apoyo histórico válido. Su festividad es el 6 de Diciembre. De él se cuentan infinidad de fábulas; desde librar de la prostitución a tres jóvenes, hasta devolver la vida a niños que previamente habían sido muertos y cortados a trozos y luego puesta su carne en un saladero por un carnicero. Los colonos holandeses en Nueva York reemplazaron a San Nicolás (Sinter Claes en holandés) por una especie de benébolo mago llamado Santa Claus. En Alemania también se transformó pasando a ser el ''Padre Enero'' y su festividad el 25 de Diciembre o el Año Nuevo. En Italia la contrapartida femenina de Santa Claus es ''Befana''. Cuenta la tradición que se encontraba muy ocupada para detenerse a ver pasar los Magos de Oriente cuando iban camino de Belén y pensó que ya los vería a su regreso, pero como lo hicieron por otro camino, no pudo verlos y quedó castigada a tener que buscarlos durante toda su vida. Su tradicional canto es la befanaza.
Con estas referencias es suficiente (los belenes de figuras, villancicos, etc. también tienen el mismo cariz) para comprobar que las conmemoriaciones y festejos navideños son una fusión de supersticiones paganas.
En el siglo XVIII los Puritanos eliminaron estas aberraciones, tanto en Inglaterra como luego en Nueva Inglaterra, pero a partir de mediados del siglo XIX tuvieron un gran incremento comercializándose totalmente.
Las celebraciones de Navidad, Semana Santa, Día de la Madre, etc. a las que tanta importancia se les concede, tanto en la iglesia de Roma como Evangélica, no merecería ni un minuto de nuestro tiempo para esclarecerlas si no fuera porque son una de tantas demostraciones de la apostasía en que ha caído el cristianismo. Cuando no se aprecia la que Dios ha instituído se buscan mil sucedáneos para entretener a la parroquia. La Navidad, sin duda, es uno de los más idóneos. Las iglesias evangélicas se llenan de una actividad febril: hay que repasar obritas de teatro, hay que acondicionar el decorado; en fin, hay que prepararlo todo para la gran función donde se pueda alimentar una vanidad de grandes y pequeños (y el pastor puede tener un momento de respiro con los problemas internos, pues todos estarán pensando en otra cosa).- Hay quien transforma la casa del Señor en cueva de ladrones, hay quien la transforma en sinagoga de Satanás y hay quien la ha transformado en un teatro -
Agrava la situación la ignorancia que sobre estos temas existe entre los creyentes. Muchos, en este sentido, lo único que hacen es seguir la corriente de la sociedad; desconociendo, por ejemplo, que el adorno compuesto por velas, hojas verdes y bolitas de colores que ha introducido en su hogar o está impreso en su tarjeta de felicitación tiene una clara conexión pagana. Por lo que tenemos que referirnos, una vez más, a los dirigentes de las iglesias que son los primeros responsables de tal ignorancia.
Cristo no ha mandado celebrar ninguna fiesta excepto santificar su día santo. Cuando la Iglesia se reúne en asambleas para adorar a su Dios, en el culto se rememora todo el plan de salvación sin necesidad de emplear días especiales para celebrar ninguna faceta del mismo.
.... envía tu luz y tu verdad, ellas me guiarán.
Emilio Monjo Bellido
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